La felicidad: proceso o resultado, real o imaginaria

Autora: PhD. Isis Angélica Pernas Álvarez MSc. Hipnoterapia Clínica

MSc. Psicología de la Salud

Tomado del libro “Una buena compañía para la familia” (2017, coautora), editorial Ácana.

Palabras que repetimos a diario por cualquier motivo, que tanto deseamos materializar y le deseamos a los demás. Para algunos es como la frase repetida: “La felicidad es un ave que vuela muy alto y que raras veces se posa”; para otros, todos los días del mundo tienen sus dosis de felicidad, un día más que otro, pero siempre hay alguna “dosis”.

La felicidad, en nuestro criterio, toca las puertas de la vida de las personas con más frecuencia de lo que somos conscientes, pero el gran y muy favorecedor hecho de que no siempre se tienen en guardia o desarrollados los recursos suficientes para tolerar las frustraciones, lo cual propicia que se focalicen y “duelan” más los fracasos que los éxitos, las malas que las buenas acciones, los tristes momentos que los felices.

Muchas personas cuentan con una considerable afectividad positiva (buen humor) y este es un rasgo que permanece bastante estable en la vida de esos seres humanos; se sienten de maravilla la mayor parte del tiempo, las buenas acciones les proporcionan grandes dosis de placer y alegría, reciben con mucho entusiasmo las noticias gratas por pequeñas o insignificantes que sean, se detienen más en las rosas que en las espinas.

Para otro grupo de personas estas necesarias dosis de afectos positivos son bien escasas, la mayor parte del tiempo no se sienten bien y todo les parece fatal. Refieren que casi nada o nada les sale bien, y cuando tienen éxito apenas se inmutan, no lo disfrutan o se lo atribuyen a la suerte o a la casualidad. Hay a quienes la vida se lo ha puesto todo en las manos y son un mar de lamentos.

Bárbara Fredrickson, galardonada con el premio Templeton de Psicología Positiva en el año 2000, afirma que las emociones positivas tienen un objetivo fabuloso en la evolución, amplían nuestros recursos intelectuales, físicos, sociales, mejoran las amistades, las relaciones amorosas, prosperan las coaliciones, y hacen a los seres humanos más tolerantes, creativos, constructivos, generosos, relajados, abiertos a nuevas ideas y experiencias, en fin que la vida les sonríe y casi todo les va bien. Las personas con tendencia a ser felices recuerdan más sucesos buenos que malos, son básicamente optimistas: ven el vaso de agua que está por la mitad, medio lleno y no como el

pesimista medio vacío.

Ahora bien, ojo con la confusión en la que a veces suelen caer algunos cuando repiten y son consecuentes con una frase popular: “Si quieres vivir momentos felices, no analices”, tal como si la felicidad fuese un atributo solo de tontos; muchos no ponen en duda que la gente feliz tiene la cabeza hueca, sin embargo, estudios muy serios y sorprendentes de Lisa Aspinwall, profesora de la Universidad de Utah que ganó el segundo premio de Templeton en el año 2000, demostraron que las personas felices recuerdan una mayor cantidad de información que puede poner en juego su salud y su vida y la juzgan de forma más profunda y convincente que los sujetos infelices.

Las personas felices tienen en cuenta sus experiencias pasadas, les sacan provecho, reflexionan sobre qué se hizo bien y qué no se hizo de la mejor manera, sin sentimientos de culpa, sabiéndose humanos, con probabilidad de fracaso, pero con grandes ganas de enmendar la pasado y volver a empezar con la seguridad del éxito.

Existen evidencias de que la emoción positiva predice el estado de salud y la longevidad, ambos son indicadores de la reserva física. El estado emocional positivo protege a las personas de los estragos del envejecimiento, tienen mejores hábitos de salud, mejor tensión arterial, un sistema inmunológico más fuerte; asimilan más la información y los avances de la ciencia y la técnica. La gente feliz ante una amenaza soporta mejor el dolor y toma precauciones relacionadas con la seguridad y la salud. El sentimiento positivo nos dice: “aquí hay crecimiento, hay solvencia, fluye la energía positiva, crecen las flores, se ilumina la vida, prospera la bondad, hay progreso en casi todas las esferas de la vida, se maximizan los beneficios sociales, se potencian los pensamientos positivos, en resumen, son las claves de un encuentro: victoria-victoria o ganar-ganar”.

Para ostentar la condición de ser feliz no se necesita ser pobre, rico, blanco, negro, hombre, mujer, lindo, feo, joven, viejo, iletrado, intelectual, religioso, ateo, soltero, casado; solo requieres de disfrutar, amar lo que tiene, recibir lo que te llega con una afectividad positiva, amar lo que tienes, recibir lo que te llega con afectividad positiva, verle el lado bueno a cada una de las cosas.

La felicidad es incondicional, no puedes subordinarla a un fin porque siempre aparecerá una meta mayor y más compleja que no logre saciar tus apariciones. Hay personas que afirman: “Seré feliz cuando logre tal objetivo o propósito en la vida” (entiéndase casa, automóvil, dinero, descendientes), y la mayoría se quedan en el intento, porque mientras llega ese momento sufren demasiado y esto se convierte en el estilo de enfrentar el día a día con amargura y con descontento. Al final siguen insatisfechas al lograr su resultado, pues este no es tampoco el completo de lo que

necesitan, cada vez aparecerán nuevos móviles que justifiquen su permanente insatisfacción con la vida porque no han logrado estar en paz consigo mismas.

Una de las características de las personas felices es su altruismo; cuando están satisfechas se centran menos en sí mismas de manera consciente. Gustan tanto de su persona, de la vida que llevan, de lo que hacen y de los que les rodean, con tan “buena onda energética” les llegan a los demás, que desean compartir sus cosas con ellos de corazón, no por necesidad de aceptación o de reconocimiento social ni tampoco por “caer bien” o porque están pendiente de cómo lo puedan evaluar los demás ni por el qué dirán, sino por hacer una entrega sentida a un amigo, al compañero de trabajo, familiar, a la pareja, o a quien sea necesario.

Sugerencias
  • Incorpora la felicidad como un proceso de cada día, cada hora, cada instante y no como un resultado o meta.
  • Practica el servicio altruista y desinteresado con el prójimo, esperando como única recompensa su bienestar.
  • Cada éxito que obtengas disfrútalo y celebra el mérito como tuyo.
  • Estima el fracaso como un suceso fugaz e intrascendente del cual extraerás una enseñanza.
  • No cambies de curso para detectar errores, sino afina, perfila, pule tus sentidos para hallar virtudes, ve el lado bueno, permite que se ilumine el lado oscuro del corazón.
  • Visualiza tus triunfos, escoge el momento y lugar apropiado para hacer ejercicios de imaginería; diseña tu estado de ánimo, tu actuación positiva y el éxito seguro.
  • De no obtener el éxito en algunas de las “empresas” que quieras desempeñar, repasa el evento, cambia de contexto, de estilo, y replantéatelo otra vez. Siempre con ganar-ganar (para los dos).
  • Plantéate una campaña de amor, encuentra formas de aumentar las dosis del amor que das y recibes.
  • Haz vida social, pasa el menor tiempo necesario a solas.
  • Analiza cuál es tu hábitat, dónde y con quién te sientes mejor.
  • Toma conciencia de cómo recibes el día, puedes hacerlo llevando un registro diario de tu estado de ánimo, afectos y emociones.
  • Dale más importancia a las cosas buenas que te pasen que a las malas. De estas últimas

extrae su enseñanza.

  • Sumérgete en tu yo interno, no te quedes en la superficie con un eterno disgusto o sufrimiento de no saber por qué eres infeliz, profundiza sin temores en tus necesidades y
  • verdadera esencia, lucha tu felicidad a cualquier precio humanamente posible.
  • Cuando halles tu paz interior encontrarás tu bienestar; te sugiero llevar una máxima en la vida. “La felicidad no es tener lo que uno quiere, sino querer lo que se tiene”.
  • Dirige el timón de tu barco firmemente al puerto seguro de la afectividad positiva, del buen humor, del agradecimiento constante desde que amanece.
  • Disfruta de la satisfacción que te reportó lo bueno del pasado, de lo que te proyectas para el futuro y de lo que te brindará; lucha en el presente teniendo en cuenta lo efímero y lo duradero de los placeres y de las gratificaciones que te da la vida.
  • Recuerda también que sexualidad no es solo placer, que felicidad no es solo placer, pero una sexualidad responsable sí es parte de la felicidad.
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